miércoles, 23 de septiembre de 2009

Juana de Ibarbourou





Gran escritora uruguaya nacida el 8 de marzo de 1892,
en Melo, departamento de Cerro Largo. Su padre era vasco español
y su madre perteneció a una de las familias españolas más antiguas
de nuestro país. Su poesía ha enriquecido la literatura de América
marcándola con su fuerte y delicada personalidad plena de amor.
Tal vez por esta razón el público hispanohablante ha leído su
poesía desde siempre con tanto entusiasmo.

Su poesía conquistó tan rápidamente la atención del público en general
y de los entendidos, que en el año 1929, en el Salón de los Pasos
Perdidos del Palacio Legislativo, un grupo de artistas y diplomáticos
de distintos países encabezados por el célebre escritor Alfonso Reyes;
proclamó a Juana de Ibarbourou, Juana de América.

Ofreció importantes y destacadas creaciones para los niños de su país
como lo son: El Cántaro Fresco y Chico Carlos.
Su temática tiende a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física y de la naturaleza. Imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de las vertientes capitales de su producción. En 1929 fue proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el poeta "oficial" uruguayo, J. Zorrilla de San Martín, y que contó con la participación del ensayista mexicano Alfonso Reyes.

Poco a poco su poesía se fue despojando del ropaje modernista para ganar en efusión y sinceridad. En La rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, rozando incluso las imágenes surrealistas. Con Estampas de la Biblia, Loores de Nuestra Señora e Invocación a san Isidro, todos de 1934, iniciará en cambio un camino hacia la poesía mística.

Su nombre de pila era Juana Fernández Morales


Algunos de sus poemas.
AMOR

El amor es fragante como un ramo de rosas.
Amando se poseen todas las primaveras.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
De todas las umbrías y todas las praderas.
Cuando viene a mi lecho trae aromas esteros,
De salvajes corolas y tréboles jugosos,
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros
Ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!


¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!
Perfume de floridas y agrestes primaveras
Queda en mi piel morena de ardiente transparencia.

Perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
Y unge mi piel de frescas esencias campesinas


La espera
¡OH, lino, maduro, que quiero tejer
Sábanas del lecho donde dormirá
Mi amante, que pronto, pronto tornará!
Con la primavera tiene que volver.
¡OH, rosa, tu prito capullo despliega!
Has de ser el pomo que arome su estancia,
Concreta colores, recoge fragancia,
Dilata tus poros que mi amante llega.

Trabaré con grillos de oro sus piernas.

Cadenas livianas del más limpio acero
Encargué con prisa, con prisa al herrero
Amor, que las hace brillantes y eternas.

Y sembré amapolas en toda la huerta.
¡Que nunca recuerde caminos ni sendas!
Fatiga: en sus nervios aprieta tus vendas.
Molicie: sé el perro que aguarde la puerta







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